Luis Perozo Cervantes: POESÍA Y DIVERSIDAD SEXUAL (Lectura del poemario ...



POESÍA Y DIVERSIDAD SEXUAL (Lectura del poemario inédito CANTO CIVIL de Luis Perozo Cervantes) LGBTIQ



Publicamos este contenido en ocasión de ser el mes de junio el mes del Orgullo LGBT en el mundo. El orgullo gay está muy relacionado con la poesía de temática LGBTIQ, ya que los poetas necesitan expresar con sinceridad su conocimientos ontológico para llegar a la poesía genuina: su sexualidad está incluida en ese descubrirse y exponerse que significa el poema.



El poeta venezolano Luis Perozo Cervantes, participó en el 2do Encuentro Regional de Diversidad del Zulia en el año 2016, cuyo eslogan era "El Zulia una potencia productiva" en el Centro de Arte de Maracaibo Lia Bermudez. Durante esta intervención hizo un breve recorrido por las expresiones artísticas de la sexo diversidad. Finalmente leyó 7 poemas inéditos de su libro CANTO CIVIL.



La comunidad LGBT de Maracaibo desarrolla este tipo de actividades continuamente, apoyándose en el arte para la promoción de los derechos de la minoría sexual. El poeta Luis Perozo Cervantes fue el iniciador del uso de la poesía como medio medio de acción proderechos humanos de la comunidad LGBTIQ desde el año 2014 con la realización de los eventos POEMA DIVERSO, donde se reconocí y daba a conocer la producción poética erótica o amorosa destinada al reconocimiento de la sexualidad, sin importar las preferencias o identidades de género.



Luis Perozo Cervantes se reconoce como pansexual ("La pansexualidad es una orientación sexual humana caracterizada por la atracción sentimental, estética, romántica o sexual hacia individuos independientemente de su género") y participa activamente en la Asociación Civil Ciudadanía Diversa (CIUDIVER) que lucha por el reconomiento de los derechos humanos de la comunidad LGBTIQ de Maracaibo.



Contenido

4:55 Sobre el poemario Canto Civil

6:28 Poema DIURNO

10:40 Poema TREMENS, DELIRUM

14:22 Poema PROFECÍA

19:08 Poema VULNERABLE

20:46 Poema DOBLES

22:00 Poema MINUTERO

23:04 Poema CANTO CIVIL





Biografía de Luis Perozo Cervantes

Maracaibo, Venezuela. 5 de agosto de 1989. Poeta y ensayista. Presidente fundador de la Asociación Civil Movimiento Poético de Maracaibo y coordinador del Festival de Poesía de Maracaibo. Ejerce como Jefe Programación de la Dirección de Cultura del municipio Maracaibo y editor jefe de Ediciones del Movimiento.



Ha publicado los poemarios: Manantial (2016, Maracaibo) por la editorial independiente Sultana del Lago Editores; Vos por siempre (2015, Maracaibo) en la Colección Légamos de Ediciones del Movimiento; La fOrma (2014, Caracas) con la Editorial Giraluna; Political manifestation (2014, Maracaibo: Colección Clandestina; 2015, Maracaibo: Colección Volante) con Ediciones del Movimiento, Amoritud (2013, Caracas) con SurEditores, Poemáticas (2013, Caracas) con Negro sobre Blanco Editores,  Semántica de un tornillo enamorado (2012, Barcelona) con la editorial española Suburbio Editores, A Puro Despecho (2012, Coro) con la editorial alternativa Ediciones Madriguera,  Poemas para el nuevo orden mundial (Maracaibo, 2011) a través de la Fundación Editorial El Perro y la Rana; y en formato digital el poemario Noche Electoral (Sevilla, 2010) con el Grupo Palimpsesto2punto0. Ediciones Madriguera (Coro, Venezuela) le ha dedicado la plaquet Hoja Poética #44 con algunos fragmentos del poema: Si te pregunta por la muerte (2011, Coro). La Editorial chilena Los Poetas del 5 publicó una plaquet dedicada a él, con el poema fOrma (2014, Santiago de Chile). El domingo 14 de  abril de 2013, el Papel Literario de El Nacional inició una muestra de la nueva poesía venezolana con un ensayo del poeta Miguel Marcotrigiano dedicado a su obra. Ediciones del Movimiento, brazo editorial de la Asociación civil Movimiento Poético de Maracaibo, presentó en el marco del III Festival de Poesía de Maracaibo, la antología personal Contraste (2009-2014) que recoge una selección de sus ocho poemarios.



Con el trabajo: “Novalis y el amor de Ultratumba” resultó ganador del Primer premio mención Ensayo, del Concurso La Grapa Literaria, auspiciado por la Dirección de Cultura y la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia y el Tercer premio en la mención Poesía del mismo concurso con el poemario: “Amoritud”. Obtuvo mención del jurado en el III Concurso Internacional de Poesía “El mundo lleva alas” con el poema Escribir de amor en 2011, entre más 500 participantes alrededor del mundo. Fue merecedor de la Orden Estímulo al Mérito Literario “Andrés Mariño Palacio” 2007, mención narrativa, de la Secretaria de Cultura del Estado Zulia; y de múltiples reconocimientos de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia por su labor de promoción cultural y apoyo académico.





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"EL NOMBRE DE MARACAIBO" con José Quintero Weir (Conferencia Origen de L...



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Con la excusa de descubrir el origen del nombre de la ciudad de Maracaibo, el sabio José Quintero Weir, novelista, Doctor en Pensamiento Latinoamericano de la Universidad Autónoma de México; nos pasea por la historia de la conquista lingüistica, política y militar del imperio español a nuestros pueblos originarios de la cuenca del lago de Maracaibo: wayuú, barí y especialmente el pueblo añú, que es el protagonista de esta historia.



EL NOMBRE DE MARACAIBO es una historia épica de la cultura original de nuestra ciudad, una conferencia magistal que conduce el gran investigador José Quintero Weir. Se descubre a través de sus palabras los diferentes intereses que motivaron a los conquistadores y al uso de las palabras como forma de comunicarnos y dar a conocer el deseo de los nuevos amos de la tierra. Esta conferencia no tiene desperdicio, es una obra maestra de oratoria.



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José Quintero Weir.

Maracaibo, 1954. Novelista, cuentistas y ensayista. Profesor de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia desde 1986. Obtuvo la Maestría en Estudios Latinoamericanos con especialidad en Lenguas y Culturas Indígenas de la U.N.A.M. con la tesis “Lengua y pensamiento de los hombres de agua” y el Doctorado en Estudios Latinoamericanos de la U.N.A.M. con la tesis “Wakuaipawa / Chiyi barikaëg. Lengua, cosmovisión y resistencia indígena en la cuenca del lago de Maracaibo”. Convivió durante tres años entre las comunidades indígenas de la selva lacadona junto al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Fundador de la Unidad de Estudios de Literaturas y Culturas Indígenas de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia. Fue finalista del Premio Planeta de Novela en Venezuela con Axuduara. Ha publicado los libros de relatos Maleconeros (1974), El viejo conde y el barco anclado (1975), Relación de Juan Hugo Pino (1991) y Gallos (1996); el libro de ensayo El camino de las comunidades (2005) y las novelas Los Andantes (1977), Axuduara (1993), Arostomba (1995) y la edición mexicana de Bandido (2005). Mantiene inéditas las novelas Pobladores y La última leyenda; y el libro de relatos Tiempo de Hordas.

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Mensaje de los editores volátiles
La necesidad expresiva del hombre es infinita. Por ello la literatura, el arte de la expresión escrita, también lo es.

Las pretensiones del creador no terminan con su obra. Las pretensiones del lector tampoco. Ambos necesitan saber más de sí mismos, podríamos decir que se necesitan recíprocamente, que la vida del uno, le es fundamental al otro; sus manifestaciones, emociones, sus imprecadas ideas de superación y posiblemente de exhumación de sus mensajes, si es que estos existen realmente.

Ya que los hombres de mente clara no están ocupados de la literatura, por razones que a ellos les parecen muy obvias, entonces nosotros, hombres de cordura dudosa tomamos la bandera de la imaginación para enarbolar con ella todas las maravillas que el mundo —posiblemente cuerdo— desprecia.

He aquí una gracia más de los locos: la Revista Volátil; otro acorazado cazador de mitos, un elefante que pintamos de blanco para el disfrute de nuestras amistades y enemistades, para que se rían un poco, para despertar… Porque eso es lo más necesario… La Revista Volátil es suya, un canal para conocernos, para llegar a los limites de la expresión, para desbordarlos y conseguir tras ellos lo humano del asunto, lo verdaderamente blando y volátil, la esencia poética que nos hace permanecer unidos es esta lucha, esta inagotable aventura que llamamos Literatura, este viaje de emociones que conocemos como vida.

ESCRITOS DE UN VIEJO INDECENTE
Charles Bukowski
Traudcción de: J.M. Alvarez Flórez y Angela Pérez


*
* *


era en Nueva Orleans, en el barrio francés, y yo estaba en la acera y vi a un borracho apoyado en la pared y el borracho lloraba, y el italiano le preguntaba <<¿eres francés?>> y el francés dijo, <>. y el italiano le atizó en la cara fuerte, lanzándole la cabeza contra la pared, y luego volvió a preguntarle al borracho: <<¿eres francés?>> y el franchute dijo <> y el macarroni volvió a atizarle, diciendo al mismo tiempo, una y otra vez, <> y el francés decía sí y el italiano volvía a atizarle. había otro italiano sentado en coche afeitándose, con una linterna allí colgada y alumbrándole la cara. qué raro hacía. allí sentado con toda la cara llena de crema de afeitar y afeitándose con aquella navaja barbera tan larga. no prestaba la menor atención a los otros dos, estaba allí sentado afeitándose a mitad de la noche. todo fue bien hasta que el francés salió rebotado de la pared y fue tambaleándose hacia el coche. el tío se agarró de la puerta del coche y dijo <<¡Socorro!>> y el italiano volvió a darle. <> y el francés cayó contra el coche y el coche se movió y el italiano de dentro evidentemente se cortó y el corte creciéndole y dijo <> y empezó a cortarle la cara al francés y luego el francés alzó las manos y le cortó en las manos.
— ¡hijo de puta! ¡pedazo de cabrón!
era mi segunda noche en la ciudad y me resultaba duro, así que entre allí en el bar y me senté y el tipo que había a mi lado se volvió y preguntó, <<¿eres francés o italiano?>> y yo le dije <>.
en ese momento alguien empezó a tocar un violín detrás de mí y eso me salvó de más preguntas. apuré la cerveza. cuando el violín cayó, alguien se me acercó del otro lado y se sentó.
— me llamó Sunderson. pareces necesitar trabajo.
— necesito dinero. el trabajo no me entusiasma
— lo único que tienes que hacer es sentarte en esta silla unas cuantas horas más, de noche.
— ¿cuánto?
— dieciocho billetes por semana y no tocar para nada la caja registradora.
— ¿Cómo vas a impedírmelo?
— pagándole a otro tipo dieciocho billetes semanales por vigilarte.
— ¿eres francés?
— Sunderson. escocés... inglés. pariente lejano de Winston Churchill.
— ya me parecía a mí que tenías algo raro.

*
* *


allí era donde iban a echar gasolina los taxis de aquella empresa. yo echaba la gasolina, cogía el dinero y lo metía en la caja. pasaba casi toda la noche sentado en una silla. el trabajo fue perfectamente las dos o tres primeras noches. una primera discusión con los taxistas que querían que les cambiase las ruedas pinchadas. un italiano cogió el teléfono y empezó a protestarle al jefe porque yo no hacía nada, pero yo sabía porque estaba allí: para proteger el dinero. el viejo me había dicho donde estaba la pistola, cómo utilizarla y hacer que los taxistas pagasen toda la gasolina y el aceite que consumieran. pero yo no tenía el menor deseo de proteger la pasta por dieciocho a la semana, ahí era donde se equivocaba Sunderson. me hubiese llevado el dinero yo mismo, pero eso de la moral es un asunto jodido: alguien me había trabajado con la loca idea de que robar estaba mal, en otros tiempos, y me costaba mucho superar los prejuicios. mientras tanto, trabajaba con ellos, contra ellos, por encima de ellos, en fin, la vida.
hacía la cuarta noche, apareció allí una negrita. se plantó allí en la puerta muy sonriente. debimos estar mirándonos cerca de tres minutos.
— ¿cómo te va? — preguntó —. me llamo Elsie.
— no demasiado bien. yo me llamo Hank.
entró y se apoyó en una vieja mesita de escritorio que había. el vestido que llevaba parecía un vestido de muchachita, tenía movimientos de muchachita y también daba la misma sensación el brillo de alegría de su mirada, pero era una mujer, una palpitante mujer milagrosa y eléctrica con un limpio vestido marrón de muchachita.
— ¿me das refresco?
— claro.
Me dio el dinero y vi cómo levantaba la tapa de la caja de refrescos y, seria y meticulosa, elegía una bebida, se sentó luego en el taburetito y la observé mientras bebía. Las burbujitas de aire flotaban a través de la luz eléctrica, a través de la botella. contemplé su cuerpo, sus piernas, aquella bondad cálida y marrón me inundó. resultaba solitario aquel sitio, allí sentada en aquella silla noche tras noche por dieciocho a la semana.
me dio la botella vacía.
— gracias.
— de nada
— ¿no te importa que traiga unas amigas mañana por la noche?
— si son como tú, querida, tráelas a todas.
— todas son como yo.
— tráelas a todas.
la noche siguiente vinieron tres o cuatro, y allí se pusieron a hablar y a divertirse un poco y a comprar y a beber refrescos. Dios mío, de veras, eran tan dulces, tan jóvenes, con lo que hay que tener, todas mocitas de color, era todo tan divertido y tan hermoso, lo digo en serio, me hacían sentirme así. la noche siguiente, vinieron ocho o diez, la siguiente trece o catorce. empezaron a traer ginebra y whisky y a mezclarlo con los refrescos. yo llevaba también para mí. pero Elsie, la primera, era la mejor de todas. se me sentaba en las rodillas y luego se levantaba de un salto y gritaba:
—¡ay, Dios mío, vas a secarme los testines por la cabeza con esa CAÑA DE PESCAR que tienes ahí debajo.
se hacía la enfadada, hacía como si estuviese muy enfadada, y las otras chicas se reían, y yo no sabía que hacer y me quedaba allí sentado, confuso, sonriendo, pero en cierto modo era feliz. tenía demasiado para mí pero era un buen espectáculo. empecé a relajarme un poco yo también. cuando pitaba un conductor, me levantaba ceñudo, terminaba mi vaso, iba a buscar la pistola, se la pasaba a Elsie y le decía:
—ahora mira, Elsie, nena, vigila esa caja, y si alguna de las chicas intenta hurgar en ella, vas y le haces un agujero en el coño por mí, ¿eh?
y dejaba allí a Elsie con aquella gran luger. era una extraña combinación. las dos, podían matar a un hombre, o salvarle, según fuese la cosa. la historia del hombre, la mujer y el mundo, y yo salía a servir la gasolina.

luego vino una noche aquel taxista italiano, Pinelli, a por un refresco. el nombre me gustaba, pero él no. era el que más protestaba de que yo no cambiase las ruedas. yo no tenía nada contra los italianos, pero resultaba extraño que desde que había aterrizado en la ciudad, la Fracción Italiana estuviese en la vanguardia de mis desdichas. pero sabía que era algo matemático más que racial. en San Francisco, una vieja italiana probablemente me hubiese salvado la vida. pero ésa era otra historia.
Pinelli entró al acecho. a la caza. las chicas estaban todas por allí, charlando y divirtiéndose. él se acercó y alzó la tapa de la caja de refrescos.
—¡CAGO EN LA PUTA, YA NO HAY REFRESCOS, CON LA SED QUE TENGO! ¿Quién SE LOS BEBIÓ, VAMOS A VER?
—yo —le dije.
todo estaba tranquilo. todas las chicas miraban. Elsie estaba de pie junto a mí, muy atenta. Pinelli era guapo si no mirabas demasiado tiempo o con demasiada profundidad. la nariz aguileña, el pelo negro, contoneo de oficial prusiano, pantalones ceñidos, furia de muchachito.
—¡ESTAS CHICAS SE BEBIERON TODOS LOS REFRESCOS, Y ESTAS CHICAS NO TIENEN POR QUE ESTAR AQUÍ, ESTOS REFRESCOS SON SOLO PARA LOS TAXISTAS!
luego, se me acercó, se me plantó delante, las piernas así abiertas un poco como los pollos cuando van a cagar:
—¡SABES LO QUE SON ESTAS, LISTO?
—claro, estas chicas son amigas mías.
—¡NO, ESTAS CHICAS SON PUTAS! ¡TRABAJAN EN TRES BURDELES DEL OTRO LADO DE LA CALLE! ESO SON: ¡PUTAS!
nadie le contestó. seguimos allí todos mirando al italiano, fue una mirada larga. luego, el italiano se volvió y se fue. el resto de la noche no podría ser igual, yo estaba preocupado por Elsie. tenía la pistola, me acerqué a ella y se la cogí.
—estuve apunto de hacerle a ese hijoputa un ombligo nuevo —dijo —. ¡Su madre era una puta!
cuando me di cuenta el local estaba vacío. me senté y bebí un buen trago. luego me levanté y miré la caja registradora. estaba todo allí.
hacia las cinco, llegó el viejo.
—Bukowski.
—¿si, señor Sunderson?
—vas a tener que irte —(palabras familiares)
—¿qué pasa?
—los chicos dicen que no llevas bien esto, que se llena de putas y que tú te dedicas a divertirte con ellas. que ellas andan con las tetas al aire, sin bragas, y tú te dedicas a chupar y a lamer. ¿es ESO lo que pasa aquí por la noche?
—bueno, no exactamente.
—en fin, te dejaré seguir aquí hasta que pueda encontrar uno que sea más de fiar. tengo que saber lo que pasa aquí.
—de acuerdo, Sunderson, el circo es suyo.

creo que fue dos noches después cuando salí del bar y decidí darme una vuelta por la vieja gasolinera. había allí dos o tres coches de policía.
vi a Marty, uno de los taxistas, me llevaba bien con él. me acerqué.
—¿qué pasa, Marty?
—apuñalaron a Sunderson, y le pegaron un tiro a uno de los taxistas con la pistola de Sunderson.
—hostias, como en las películas. ¿el taxista al que le pegaron el tiro fue Pinelli?
—sí, ¿cómo lo sabes?
—¿un tiro en la barriga?
— sí, sí, ¿cómo lo sabes?
yo estaba borracho. me alejé de allí, me fui a mi habitación. la luna de Nueva Orleans brillaba arriba, muy alta. seguí camino de mi casa y pronto llegaron las lágrimas. un gran chorreo de lágrimas a la luz de la luna. luego pararon y pude sentir el agualágrima secárseme en la cara, estirando la piel. cuando llegué a mi habitación no me molesté en encender la luz. quité zapatos, quité calcetines y me tumbe en la cama sin Elsie, mi linda puta negra, y luego me dormí, crucé dormido la tristeza de todo y cuando desperté me pregunté cual sería la próxima ciudad, el próximo trabajo. me levanté, zapatos, calcetines y salí a por una botella de vino. las calles no tenían muy buen aspecto, pocas veces lo tenían. la calle era una estructura planeada para ratas y hombres y tenías que vivir y que morir en ella. pero como dijo una vez un amigo: <>. entré en la bodega a por el vino.
el muy hijoputa se inclinó un poco hacia adelante, esperando puercas monedas.

(tomado de Escritos de un viejo indecente. Editorial Anagrama. 1978.)

TRAS LA PARED
Ylse María Rincón


La acción mínima concentrada en los gestos:
Labios suaves posados en la oreja de él, haciendo murmullo juego de la lengua que se guarda tras ella.

Labios de sonrisa de niña, labios de un virgen, desechos tras mordiscos de la tentación, marcados en el cuello marrón de la piel que se pigmenta en violeta.

Besos en sus mejillas, labios en sus labios, corriendo hasta el cuello; donde tocan sus cabellos, hebras oscuras, la caricia de la mano que le hiere y cura.

Estiró la mano y se cayó desvaneciéndose en el espacio del sueño provocado por los ojos cerrados llenos de placer.

La acción para expresar un estado emotivo:
Aquí estoy yo, con las mejillas pálidas frente al espejo, como dos limpias hojas de papel humedecidas en la leche que se consume tras el púrpura de mi piel congelada; esta vez, que se levanta el sol en el horizonte.
El delineado de la mesa endulza mis enojos de tus acciones y tu egoísmo, despidiendo la oscuridad de la piel que me ha destrozado después de bailar toda la noche tras un enojo que hoy es acto cautivo.
No dudo, que tú eres aquel donde las olas de mi tempestad quedaron marcadas a las orillas de tu vientre tras la explosión de un grito de obstinación transfiguradas en el andar frío de una navaja del odio.
He dejado un mar de sangre en el blanco piso.

Una sucesión ininterrumpida y rápida de acciones que da lugar a una escena, un episodio o un cuento breve:
Te caes y te levantas.
Sale disparado de un balcón un zapato neurótico y perdido.
Te tropiezas con el filo de la pequeña mesa casándolo con el pequeño dedo de tu pie desnudo y frío, no hay espacio. Tocan la puerta, te enfureces pero das la vuelta agarras tu abrigo, y debajo de la silla consigues el par desaparecido. Bajas con él por el ascensor y en la entrada consigues el zapato volador. Ahora, tranquila los revientas en el piso de parejas entaconadas y embebidas con el alcohol.

La acción al servicio de la descripción:
Entro a un Bar.
Allí está Catalina, mujer blanca de delgada contextura y de cabellera negra; está sentada con un atrevido vestido color vino, en un gran sillón verde con guirnaldas un poco doradas, junto a la ventana que da hacia la calle, por donde pasa el reflejo frió de la luna llena, donde un farol lucha con mantener en vida al pequeño bombillo en su posesión.
Su tobillo izquierdo está adornado con un tatuaje de un Cisne Blanco; Catalina tiene cierta elegancia y una sonrisa de complacida ventura, seguida de un cigarrillo en su mano donde chocan algunos dijes que conforman una hermosa pulsera dorada. Su inocencia es mantenida bajo un brillo de su gloss.

No es una Marina, la de ojos azules y cabellera castaña; con su vestido de tiros verde menta y una delicada cinta en su torso a la altura de sus pechos, que canta poesía y rima sus labios con sus facciones de delicada religiosidad.


5. La acción como conductora de la mirada:
Jesús va entrando al cuarto; donde hay un plato con migas que está ubicado en una mesa condenada en la esquina, el silencio transporta a los dos vasos sentados casi en el borde hacia el precipicio del suelo.

El suelo de losas de colorido detalle, enmarcan la cama apenas alumbrada por la gran lámpara que irrumpe la armonía del otro rincón paralelo; mientras se posa en la cama, la calidez es expirada y es tomada como reflejo en el cuerpo ya allí posado.

Los cuerpos apenas separados exhalan palabras, la amante acaricia su cabello mientras el sonido de los sapos despide su concentración.
Ella se queda observando su pequeña languidez, fundida en el espacio.

6. La acción como consecuencia del diálogo:
-Madre ¿Es difícil vivir sin amor, sin cariño, en soledad acompañada?

-Y es más Marcela; aún cuando tienes la certeza de que no es algo pasajero sino una condición perpetua.
Tener que vivir con alguien a quien no amas; eso sólo se puede hacer por un amor muy grande: el de los hijos, pero aprendí y estoy aprendiendo que tengo otros caminos.
- Tampoco quiero que mis hijos me digan: gracias Mami; fuiste infeliz por nuestro bien. Cosa que de por si nunca dirán.
7. La acción detenida vinculada a la detención o a la repetición del tiempo:
¡Hombre de poca suerte, la noche siempre fue tu amiga! ¿De qué te quejas?
Los momentos contigo se fijaron en citas después de la media noche, volviendo tu deseo en la única guía de lo perdido en las horas y minutos inolvidables. Tras la mesa y bajo papeles compartidos, con la confianza de no caer en la torpe comunicación de las manecillas. En la luz de las bestias que se te han ido tras los recuerdos del vaso con vino que acompaña las lágrimas de tu reloj, y marca un simple tiempo que lentamente corría; hace todos los días de un verano.

8. El diálogo como refuerzo de la acción:
Hace un tiempo empecé a amotinarme. A dejar de creer en las porquerías que nos dicen aquellos que nos quieren: que no se puede tener todo en la vida, que la vida es así, que esto y que aquello.
Después de haberme repetido más de mil veces, la sugerencia de derrocar al “Dios de sus sueños” por un infante naufrago; rectificó en:

-Posiblemente lo que tú esperas que llegue no va a llegar, pero mientras que de los árboles caigan dulces lluvias floridas, estando posada en el banco junto a él, sueña todo lo posible.

Con la mirada un poco húmeda por la sorpresa
-he allí la esencia de ser humano, sé que hace daño tantas desilusiones, pero no quiero morir y ser casi un robot como me dio a mí la impresión de ti aquel día.

Y me despidió: Es que no quiero que mueras, al igual que tampoco quiero que te hagan daño; todo eso amarrado hasta el cuello con el tamaño de un anillo.

Me grita, mientras el traje rosa desaparece tras la puerta con la gran maleta marrón en mi mano derecha.

- ¡No necesito que me cuides!

9. Una acción principal determina el desarrollo de la historia y marca al personaje:
-Sólo fui un hombre que se alejó ante el miedo de la confesión amante y buscó las noches, las lunas y estrellas conocidas; ahora canto débil de lo que es y fue-

10. Una acción y la forma en que es recibida por el personaje da lugar a la presentación del mismo:
Una pequeña ingenua, que tiene palabras de ángel va hacia su caballero llena de aventuras, cubierta de pies a cabeza caminos de risas evadidas, tal cual como pintada a través de los rayos del amanecer. Pero sólo su pequeña nariz tropezó con la punta del lápiz; el deber ser de la hoja blanca teñida, no por tinta sino por un brote minúsculo de la presencia roja de sus venas, y la bestia de ella sale desgarrando su carne, derrotando al humano escritor, destrozando la vida y quedando yo en trisas del campo.

11. Comenzar un relato con una acción sorpresiva para abrir la expectativa del lector:
Sé que a ti no te gusta remover sucesos del pasado.
Lo sabes y todavía así estas aquí…me explicaste que solo había hermandad entre nos.
¡Nunca busqué ese querer!, aunque varias veces me redimí a ese sentimiento, a ese hecho y a esa realidad.
Lo he hecho por el bien mío y posiblemente por el tuyo, para mí eres alguien especial; sé que por modestia no lo consideraste, pero te lo hice observar aquella vez que te regale la navaja… “la navaja” en aquella época era símbolo, y sigue siendo símbolo; pero está vez de nuestra unión…
¡Ya no quiero vivir en pasado, ni estar atada a él!
Contigo siento que termino ese ciclo…tu aquí sepultado y con tu corazón arrancado, fuera del alcance de las cadenas ajenas a las mías.

-Era Marina la misma mujer que rechacé ayer, negando mi amor hacia ella y corriendo a brazos de Catalina.
El mismo código lunar bajo el ombligo en forma triangular...-